Comic Boliviano #24


El túnel del tío. Fer López (2014). Fernando López, Santa Cruz, Bolivia.

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“Después de la Segunda Guerra Mundial, el ejército delos Estados Unidos creció a través de sus programas de defensa y exploración espacial. En el sur oeste americano, entre los 1950 y 60, se construyeron silos nucleares, laboratorios, arcas y bases subterráneas ahí y en el resto del planeta. Se dice que esta red estaba conectada por un sistema de túneles por los que trenes supersónicos recorrían distancias imposibles […]. Durante su construcción, los obreros e ingenieros civiles de estas estructuras se toparon con otro tipo de túneles…”.

Así comienza este breve relato, que presenta una premisa, desarrolla una situación y desemboca en una trampa para el lector: una trampa o un enganche, según se vea, para continuar con la lectura en un segundo tomo… desafío a su vez para el autor, ya que todavía no se ha publicado esa segunda parte.

Los túneles tienen tres connotaciones en la historia: está el túnel del tío, el túnel de la mina, del minero boliviano, que cada vez cava más profundo en busca de riquezas. Está el túnel por donde pasan los trenes supersónicos a los que alude la introducción, y por último, están el último tipo de túneles: túneles antiguos, ancianos, de los cuales no hay explicación humana posible… y que aparecerán al final del relato.

Lo encomiable de esta historieta en particular es la simpleza con la que desarrolla su historia: un niño minero acompaña a su padre a lo más profundo de la mina, donde se ha encontrado una veta, un filón o algo así, algo que despierta la codicia del padre y que motiva su búsqueda, lejos de sus compañeros y de sus horarios habituales de trabajo…

La trampa está, por supuesto, en que la historia termina en cuanto acaba de empezar, ya que los dos, padre e hijo, llegarán al final del túnel… para encontrarse con otro tipo de túneles, con otros seres y con un material extraño que brilla y que puede o no ser oro. Ahí termina la primera parte y termina la historieta.

Así que el desafío para su autor es doble: terminar su relato de manera coherente, idealmente en un tomo más, por el tema de lo difícil que es publicar en Bolivia, y más aún de manera independiente… Y, además, justificar su introducción, mediante la creación de un mundo adecuado, que refleje con solvencia lo que viven esas criaturas al interior de esos túneles, y que resuelva, a su vez, la conexión que tiene nuestro famoso “Tío” de la mina con todo lo anterior.

Doble desafío, triple, si se quiere. Una apuesta interesante que se lee de un tirón y te deja deseando saber el desenlace.


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