Metrópolis Cochabamba: Jet Race 2024. Clay Caballero y Yecid Abal. Año 1, Número 1 de 3. Pluma Real Studios, Agosto de 2017, Cochabamba, Bolivia.
Hace mucho rato que no me divertía con un cómic de esta manera: ¡un universo armado! ¡una historia coherente! El argumento se sitúa en un ambiente similar a Blade Runner, en un entorno familiar (Cochabamba), con personas obsesionadas por participar de una carrera casi espacial y misteriosos detalles que apuntan a un desarrollo más grande… Hay mucho para escarbar y me alegra ser quien escarba: «Mientras el mundo se vuelve cada vez más pacífico y unipolar, Latinoamérica es el escenario de un nuevo tipo de deporte. El mundo pone sus ojos y pantallas sobre la carrera anual de aeroplanos semi-articulados, patrocinados por gobiernos tercermundistas, donde todavía es legal la violencia».
La Humanidad se ha expandido, y logramos por fin salir fuera de órbita. Obviamente, ha habido guerras, y estas han dejado un nuevo orden. La ciudad de Cochabamba ha cambiado también, el mercado se ha «tragado» el resto de la urbe, y la expansión trajo consigo un cambio de moneda: el trueque por comida de la llajta, como debe ser.
Los diálogos aquí son lo mejor. No quiero poner demasiada presión al autor, que se luce en este primer trabajo, pero las chicas conversando casualmente en un café –momentos antes de que el objeto de su charla atraviese la ciudad en un jet construido por él mismo, armando tremendo jaleo-, son ge-ni-al-es: naturales, fluidos, divertidos con ese humor exacto que se tiene en todos los cafés de Bolivia, a toda hora.
Punto a favor. Otro punto destacable: los personajes principales. Una chica que vive sola en órbita, cultivando su alimento de manera autónoma, y que decide participar de esta carrera para financiarse un artilugio de su propia invención. Y el chico, pues, un loco por las carreras, dispuesto a destruir media ciudad con sus pruebas, que tiene la habilidad de construir jets con sus propias manos.
Como introducción, funciona fantástico. Como inicio en una serie muy positiva, con ritmo narrativo y secuencial, también. El desafío radica en llegar a más público y cerrar la historia en los dos tomos faltantes, cosa que es del todo posible, pero, estando en Bolivia, para nada seguro.
La revista aclara que es una expansión del universo gráfico sobre material ya publicado online. Aun así, hay temas de edición que no me cerraron: la ausencia de fecha oficial de publicación. Infiero que se publicó en agosto del 2017 porque hace propaganda para el Overload, que se realizó en octubre de ese año, y por algunas pistas de la página de Facebook: Facebook.com/byclay
No debería ser así. Yo sé que un número de depósito legal y un ISBN es mucho pedir, pero esos registros están ahí para algo: proteger derechos de autor, establecer prioridad de publicación, y un largo etc. Ojalá el próximo número corrija ese detalle.