Comic Boliviano #22


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9Nueve. MiRo Bazoalto (Editor). Paranoia Studio, Santa Cruz, 2011.

Hace rato que quería leer esta obra, una antología de nueve artistas promovida desde Santa Cruz. La portada llama mucho, aunque curiosamente el “patatrás”, -un duende guaraní con los pies al revés-, no aparece en ninguna de las historias.

El formato apuesta por historietas dedicadas a los niños, pero no concuerdo con esa premisa: como la iniciativa de Acción Comic (de la que me ocuparé en algún momento), hay algo que nos falla en nuestra conceptualización de lo que debería ser un cómic infantil nacional. Con las nobles excepciones de Jesús Pérez y la dupla detrás de “El lustra”, no concuerdo en que bajar el tono sexual/moral/violento de una historieta automáticamente la califique de infantil. Veamos qué proponen los artistas:

“El jichi”, de Juan Carlos Porcel. Una niña encuentra un curioso animal fluorescente en la laguna, que resulta ser un “avatar” digital, un medio de comunicación entre una nave extraterrestre y los humanos. La premisa es interesante pero apenas sirve de preludio para algo más extenso, ya que deja muchas cuestionantes abiertas.

“Pueblo de nadie”, de Pablo Villarroel. Esta es una historieta solvente, que con cuatro páginas resuelve su argumento de manera interesante, re-pensando una leyenda local en un entorno futurista.

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“Niños invisibles”, de Jorge Cuéllar Rendón, juega con el concepto de los llamados “angelitos”, niños que fallecieron, cuyas almas deambulan aún por los lugares que conocieron en vida. La historia es narrada desde el punto de vista del angelito en cuestión, que espera pacientemente a que su madre regrese del trabajo deambulando por la casa.

“La invasión del silbaco”, de Felipe Porcel. Otra historieta que juega con una leyenda tradicional dándole visos futuristas: dos muchachos deberán buscar unas rocas pintadas para evitar la invasión de los silbacos, aunque es muy posible que esta acción sea un error. Una historieta que no deja de tener humor y aventura aunque presente algunos errores en su presentación.

“Voy a secuestrar a mi madre”, de Ana Medinacelli. Esta es una especie de fantasía vaga por parte de la protagonista, quien claramente no se entiende con su madre. No me quedó claro si el “intento de secuestro” es un suceso real o si es una mera fantasía, pero si se nota el abismo que distancia a ambas, una historieta triste de tono bastante oscuro.

“Jucumari” de Miguel Choque. Esta es una de las historietas que me gustó más y que veo como más apropiada para niños. Un niño escucha las leyendas tradicionales bolivianas que se han tejido alrededor del jucumari, un oso endémico que está en peligro de extinción y que frecuentemente se presenta como un monstruo que busca jovencitas para llevárselas a vivir con él. Sin embargo el niño no hace caso, porque él ha visto al oso real, una criatura inofensiva y majestuosa, nada que ver con el monstruo que construyen sus parientes en los relatos.

“El dueño del cerro”, de Rodrigo Miro Bazoalto. Bastante bien llevada, esta historieta también recuenta un mito tradicional del orinete boliviano: el “dueño” o dios protector del monte esconocido por poseer un ganado sin mácula. Un muchacho que se pierde, por sus buenos hábitos, obtiene unos cuantos novillos y se convierte en hacendado. El trato reside en nunca contar la historia de cómo se obtiene este ganado mágico, porque hacerlo trae consecuencias fatales… la historia cierra muy bien y respeta el contenido de la leyenda.

“La vela santa”, de Cecilia Delgado. Esta historia sigue una leyenda aymara, acerca de los condenados que deambulan con una vela al anochecer. Unos niños se distraen jugando y casi caen víctimas de este “condenado”. Delgado combina el terror y el humor de una manera bastante curiosa, puede decirse que el trazo es bastante horrible cuando de representar al monstruo se trata, aunque los personajes sí parezcan niños de verdad y despierten la empatía con el lector.

“Todo lo que oí decir sobre el Kari Kari”, de Román Nina. Para mí, de lejos la mejor de todas las historietas, tanto en construcción de personajes y escenarios, como en color y en manejo de los globos de conversación. Se nota que Román se siente muy suelto y tiene mucho juego con la posición de sus viñetas. El Kari Kari es un monstruo paceño que le quita la grasa a las personas que se duermen en los minibuses, causándoles la muerte poco tiempo después. El hecho de que un niño lo perciba al final de la historia no deja de tener su punto de terror puro. Un relato muy bien logrado que cierra bien este compilado.Nueve_roman_nina

Toda iniciativa de cómic local debe aplaudirse, y la de Paranoia Studio es digna de aplauso, aunque no sea necesariamente una iniciativa para niños, sí puede ser interesante para jóvenes que están iniciando secundaria.

Sí te interesa saber más sobre la propuesta de 9Nueve no dudes en comprar el comic, disponible en las tiendas de Paranoia Studio (Santa Cruz) y Pseudogente editores (Cochabamba)


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